A principios de octubre abrió sus puertas Pausa, una nueva cafetería de especialidad en calle Santa Isabel 122, a pasos del metro, en una casona de 1900 que fue restaurada y adaptada especialmente para este proyecto. El espacio conserva el encanto de la arquitectura de principios del siglo pasado, ahora convertido en un punto de reunión para los amantes del buen café y la pastelería casera.
La historia de Pausa comenzó antes de que existiera como cafetería. Durante la pandemia, Camila Alvarado e Ignacio González, ambos chefs de profesión, buscaban una forma de generar ingresos y decidieron poner en práctica lo que mejor sabían hacer. Así nació Camila Cocina y Pastelería, un emprendimiento de pastelería casera que rápidamente comenzó a ganarse a un público fiel gracias a la calidad de sus productos.
Cuando apareció la oportunidad de abrir un local físico en la casona de Santa Isabel, no lo dudaron. Siempre había sido un sueño. Se asociaron con Nicolás Jorquiera y se lanzaron de lleno al proyecto. El nombre lo dice todo: Pausa busca entregar justamente eso, un momento en el que se te olvide lo que está ocurriendo afuera. Una pausa del ruido, del ritmo acelerado, del estrés cotidiano.
Y ese espíritu se nota apenas uno entra. Como ellos mismos lo expresan en su carta, todo se hace con calma y dedicación. Pastelería recién hecha, granos de café recién molidos y preparaciones hechas ahí mismo, con el sello que caracteriza a Camila, Ignacio y Nicolás.
En cuanto al café, trabajan con Pickers Coffee Co, uno de los buenos tostadores de la ciudad. Cuentan con todas las opciones que uno espera encontrar en una cafetería de especialidad, desde el clásico Espresso ($2.100) hasta el Filtrado ($1.800), pasando por el Flat White ($2.700) o el Cappuccino ($2.700).
Un dato no menor es que entre las 7 y las 10 am venden el filtrado a solo $1.000, una gran oferta que sirve como primer acercamiento para muchos a este método de extracción. Esta decisión es parte de una filosofía más amplia del proyecto que tienen que ver con ofrecer café y pastelería de calidad a precios accesibles para construir una clientela que vuelva cada día.
La propuesta de bebidas frías es tan robusta como la de calientes. Además de las versiones heladas de clásicos como el Iced Americano ($2.500) o el Iced Latte ($3.100), tienen creaciones más atrevidas como el Espresso Tónica Naranja ($4.600). Para quienes buscan alternativas al café, hay opciones como el Matcha Latte ($3.500) o el Chai Latte ($3.100), dos de los productos más vendidos entre las generaciones jóvenes.
En el apartado dulce es donde la historia de Pausa como emprendimiento de pastelería cobra todo su sentido. Uno de sus pasteles más vendidos es el Queque de Limón ($1.900), una preparación atípica en cafeterías de especialidad, pero común en todas las casas del país. Esa es precisamente la gracia, traer de vuelta esos sabores caseros que reconfortan.
También tienen su propia versión de clásicos como el Brownie ($2.200), el Carrot Cake ($3.000) o el Pie de Limón ($3.500). Ojo que como todo su producto es fresco y hecho en casa, la oferta va variando y el stock es limitado. Si ves algo que te gusta, no lo pienses mucho.
Para quienes buscan algo más sustancioso, la carta de desayuno ofrece opciones populares como la Paila de Huevos ($5.900) o el Croissant Salmón ($5.900), con queso crema y hojas verdes. También destacan las tostadas sobre pan brioche, como la versión con Hummus y Tomate ($4.500), con un hummus cremoso y ligero con tomates asados. Hay otras versiones con palta o incluso con Salmón y Huevo ($5.900) para quienes buscan una opción más completa.
Otra sección de su carta que merece atención es «Una Dulce Pausa», donde encontramos preparaciones pensadas para extender la visita. Las Tostadas Francesas ($5.900) lucen como una apuesta segura para quienes disfrutan de ese clásico desayuno, mientras que opciones como el Brownie Pausa Helado ($4.900) o el Crumble Manzana Helado ($4.900) funcionan bien como postre o para «una dulce pausa» después del trabajo.
Pausa quiere ser ese lugar al que llegas cada mañana por un buen café y una porción de queque casero. En estos tiempos tan acelerados, muchas veces eso es todo lo que uno necesita.