Normandie lleva más de veinte años sirviendo cocina francesa en plena avenida Providencia. Abierto en 2003 y renovado en 2020, el restaurante se mantiene tan vigente como siempre y sus mesas continúan copándose con un público variopinto, especialmente después de las funciones del cercano teatro Nescafé de las Artes.
En el local se respira la joie de vivre parisina. Sus paredes exhiben cuadros de Toulouse Lautrec, retratos de actores franceses de otra época, afiches de películas y portadas de diarios que construyen un ambiente de brasserie bohemia sin caer en el pastiche. La decoración alusiva a la belle époque está ahí como telón de fondo para su cocina, el verdadero protagonista del local.
La carta conserva sus platos históricos pero ha incorporado propuestas con guiños más actuales para atraer nuevos comensales sin traicionar la identidad del lugar. La chef Javiera Maltés viene liderando la cocina con la premisa de respetar todo aquello que por tantos años les ha funcionado y atreverse a salir de la caja cuando tiene sentido.
La carta de vinos también se ha movido en esa dirección. Junto a las etiquetas habituales ahora hay pequeños productores, rarezas y una selección cada vez más abundante de vinos franceses. Vale la pena preguntar por los vinos del mes, porque rotan las ofertas con cierta frecuencia y suelen incluir botellas que no están en el circuito comercial tradicional.
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La propuesta gastronómica de Normandie se mantiene principalmente en lo clásico, con platos que jamás pasarán de moda como la Sopa de Cebolla ($7.800) o el Boeuf Bourgignon ($13.650), pero han incorporado otros con guiños contemporáneos. Hay criterio sin embargo, en la adición de novedades, porque todas mantienen ese espíritu de brasserie francesa.
El Carpaccio de Roast Beef ($12.100) viene sellado, con un espejo de aceite de oliva, caviar de trucha arcoíris y reducción de balsámico. Cada elemento tiene una razón de estar y la suma funciona. Fresco, directo, un buen plato de entrada. La Croqueta de Pato Trufada con Alioli de Ajo Negro ($6.750) es otro abreboca que no falla, más aún si es armonizada con el ensamblaje de riesling y pinot gris de T.H. Undurraga. La elección de sus vinos nos dice que aquí no se conforman con lo obvio. Hay una búsqueda más allá.
La arriesgada combinación de Ñoquis con salsa de Foie Gras, Queso Azul y Dátiles ($16.650) da un resultado de mil maravillas. El dulzor de los dátiles potencia tanto el queso azul como las notas a foie. Un plato goloso de comfort food a la francesa para cucharearlo hasta no dejar rastro. Lo probamos con una cofermentación de syrah y viognier de François Lurton, mezcla típica del Ródano que en Chile todavía es poco frecuente.
El Filete con puré, verduras glaseadas y salsa demi-glace ($18.700) representa la línea más tradicional de la casa. La salsa es la protagonista y es lo que une los demás elementos del plato. Armoniza bien con el Côtes du Rhône village de La Chère Noir que nos presentaron junto a él, pero también con varios otros de los tintos más estructurados de su carta.
Para cerrar, la Torta Mil hojas Normandie ($6.650) es su best seller. Las capas de milhojas están cortadas de manera transversal para aumentar la superficie de crocancia. La crema de amaretto, el toffee salado y el praliné de almendras componen un postre de dulzor controlado, nada empalagoso, ligero y bien resuelto. Acompáñelo con el syrah dulce de Arnaud Faupin 2016, una rareza que no se encuentra en el mercado chileno y que vale la pena probar con un postre.
Normandie se ha mantenido por más de dos décadas en el mismo lugar, siguiendo la misma lógica en su cocina. Con la llegada de la chef Javiera Maltés sus platos han sido afinados, se han agregado opciones nuevas y además están saliendo de la zona de confort en cuanto a la propuesta de vinos. Encontrar un lugar así, en plena Av. Providencia, no es poca cosa.