¿Quién dijo que a los chilenos no nos gusta el picante? Bueno, quizás algo de cierto hay: durante años el ají fue mirado con recelo por gran parte de la población, reducido a un par de gotas en el mariscal o a ese frasquito que nadie tocaba en la mesa.
Sin embargo, hoy los tiempos están cambiando. La gente empieza a perderle miedo al picor y una nueva generación está redibujando el mapa del picor en Chile, con recetas caseras, ajíes locales, fermentaciones naturales. Salsas con carácter, sabor y diseño. Aquí, una selección para los fanáticos del fuego.
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Tras dejar su trabajo de 15 años, Daniel Pavie comenzó a dedicarse de lleno a su emprendimiento de salsas picantes. Comenzó con una de cacho de cabra ahumado y los buenos comentarios que recibió lo hicieron ir por más. Sus recetas son todas de autor, influenciadas por las salsas picantes de su madre y de su abuela para combatir el frío valdiviano y se nota: tiene un picor que sin ser agresivo, de inmediato se expande por el cuerpo y te hace entrar en calor.
También destacamos su salsa de ají verde en escabeche, de picor leve, de esas adictivas que sirven para todo y que se acaban en un par de días.
Esta salsa dulce de ají, parte de una base de sriracha con sabor suave a vinagre de manzana, azúcar, ajo y ajíes de temporada. Su textura es sedosa y equilibrada, con un picor medio‑bajo que la hace versátil: ideal para aderezar ensaladas, bañar verduras rebozadas, acompañar quesos o realzar carnes blancas. Viene en un frasco de 500 ml, sin conservantes artificiales y con sal marina de Cáhuil.
Este emprendimiento nació con una misión clara: crear salsas naturales, fermentadas, saludables y sabrosas, con una estética pensada para regalar o llevar a un asado. Su salsa roja está hecha de pimentón, rocoto, cebolla y ajo fermentados con 2,5% de sal, luego mezclados con vinagre de manzana y aceite de oliva. Tiene un picor leve así que es apta para todos. Sin azúcar ni químicos y ricas en probióticos. Venden solo por contacto directo en Instagram o a través de Mercado Silvestre.
No es una salsa para principiantes. Santiago Xtremo se define como “la primera salsa picante extrema nacional” y lo cumple con creces: en su fórmula incluye ají cacho de cabra fresco, especias chilenas, sal de Cáhuil y un extracto de capsaicina que alcanza los 2.000.000 SHU. El primer impacto es brutal, pero detrás hay sabor.
Advertencia: no es apta para personas con problemas cardíacos o digestivos. Sí, es tan seria como suena.
Ají Veneno es una tienda especializada en salsas picantes que opera desde la Factoría Franklin. Entre sus más de diez recetas destaca Monky, una bomba elaborada con ají pincho de mono, vinagre de arroz, aceite de oliva y condimentos deshidratados. No tiene misericordia con el paladar y es ideal para quienes ya no se inmutan con el ají chileno común.
DeCamacho comenzó como una receta familiar y hoy es una marca reconocida por su línea de aliños picantes. Fuego Líquido, su versión más radical, viene en formato gotario: una advertencia implícita. Es una salsa de calor progresivo, con un picor que se instala rápido y permanece largo rato. Ideal para transformar cualquier plato en una experiencia extrema. No la pruebes (a menos que te guste la diversión).
Esta salsa está hecha con ají cacho de cabra fresco de Petorca y por lo tanto es un producto estacional. Se hace en tirajes pequeños de no más de 300 botellas, con una reducción del ají ahumado, piña, ajo y sal. De picor medio y con un ligero dulzor que le entrega una versatilidad para acompañar prácticamente cualquier preparación.
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