Desde su origen en 2011, Premium Tasting se ha consolidado como la cata a ciegas más prestigiosa de Sudamérica. Un encuentro reúne a enólogos, sommeliers, periodistas y aficionados en torno a degustaciones de vinos de alta gama. En cada edición emergen tendencias, se exploran nuevos valles y se comparte la historia detrás de las botellas.
La edición 2025 en Santiago tendrá lugar en el Hotel Mandarin Oriental (31 de julio y 1 de agosto), repitiendo el exitoso formato de dos jornadas: el jueves dedicado a seminarios temáticos como “El Norte Verde” y “El Mar Manda”, conducidos por expertos y con degustación de 15 vinos cada uno; y el viernes a la emblemática cata central a ciegas, con más de 30 vinos presentados por sus propios creadores
Este evento se ha consolidado como la cata a ciegas más prestigiosa de la región. Con ediciones en Mendoza, Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima y São Paulo, Premium Tasting le da un nuevo significado a la degustación de vinos de alta gama.
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El cerebro detrás de Premium Tasting
«(…) el consumo interno sigue siendo un desafío, especialmente entre los jóvenes, debido a la amplia oferta de bebidas (con y sin alcohol) y a los cambios en los hábitos de consumo, con una mayor preocupación por la salud. Para mantener el vino relevante, es crucial posicionarlo como una bebida accesible, no elitista, y destacar la diversidad de cepas y estilos que ofrecen los pequeños productores, promoviendo su consumo en contextos cotidianos», dice Nicolás Alemán.
Nicolás Alemán, publicista licenciado en comunicación y marketing, mendocino de pura cepa, es el fundador de esta iniciativa. Fue en 2003, mientras trabajaba como productor del programa de televisión ‘Por los caminos del vino’, que su amor por la vitivinicultura se consolidó. Este programa, que combinaba gastronomía y enología en bodegas de Argentina, le permitió recorrer viñedos, conocer a enólogos y sumergirse en un mundo que, por entonces, aún estaba en desarrollo en Mendoza.
Tras su paso por bodegas de renombre como Familia Zuccardi, Ernesto Catena Vineyards y Mosquita Muerta Wines, donde ocupó roles clave en marketing y comunicación, Alemán identificó una oportunidad: democratizar el acceso a los mejores vinos y fomentar un diálogo abierto entre productores y consumidores.
Guía Comino conversó en exclusiva con Nicolás Alemán, para saber más acerca del evento de este año y de sus próximos desafíos.
Cuéntame un poco del origen y la evolución que ha tenido Premium Tasting.
Premium Tasting nació en 2011, así que estamos a punto de cumplir 15 años. La idea inicial fue crear un espacio para reunir a los hacedores de la industria vitivinícola con los consumidores, permitiendo probar los mejores vinos del mundo seleccionados por críticos internacionales. El objetivo era ofrecer una cata a ciegas, sin condicionamientos, para obtener una fotografía del panorama vitivinícola de un país. Con el tiempo, el evento evolucionó, acercándose más al público general y ganando relevancia. Hasta 2019, antes de la pandemia, Premium Tasting realizaba catas masivas, como la de Mendoza, con hasta 700 asistentes. Durante 2020 y 2021, se adaptó con ciclos virtuales y en 2022 regresó en Chile con un formato más reducido, pero incorporando gastronomía, lo que transformó el evento en una experiencia aún más completa y educativa.
¿Podrías profundizar un poco más sobre esta transformación post-pandemia?
La pandemia marcó un punto de inflexión. Tras los ciclos virtuales, Premium Tasting volvió en 2022 con una propuesta más íntima, pero enriquecida con gastronomía, lo que resultó en un éxito. Este cambio consolidó el evento como una experiencia inmersiva, más allá de una simple cata. La educación es un pilar clave, ya que los asistentes, sean expertos o aficionados, aprenden sobre los vinos, las regiones y las tendencias del sector.
¿Qué novedades tendrá la edición 2025?
Este año, Premium Tasting incorporó un atractivo adicional: los asistentes se llevan a casa seis copas de cristal Spiegelau. Además, el evento ofrece una experiencia gastronómica de lujo con 15 mini platos diseñados para maridar con 34 vinos, distribuidos en seis rondas (cuatro de seis vinos y dos de cinco). Esta combinación de cata y gastronomía refuerza el enfoque educativo, dirigido tanto a técnicos como a consumidores generales, quienes adquieren información valiosa sobre los vinos y su contexto.
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El panorama actual del vino chileno se ha transformado mucho en este tiempo…
Chile ha experimentado un cambio notable en la última década, con un crecimiento en la diversidad de regiones, subregiones y pequeños productores. Se observa un resurgimiento de la viticultura ancestral y el trabajo con viñas viejas, lo que ha dado al país una identidad vitivinícola más rica y variada. Sin embargo, el consumo interno sigue siendo un desafío, especialmente entre los jóvenes, debido a la amplia oferta de bebidas (con y sin alcohol) y a los cambios en los hábitos de consumo, con una mayor preocupación por la salud. Para mantener el vino relevante, es crucial posicionarlo como una bebida accesible, no elitista, y destacar la diversidad de cepas y estilos que ofrecen los pequeños productores, promoviendo su consumo en contextos cotidianos.
¿Qué seguirá en el futuro de Premium Tasting?
Premium Tasting está consolidado en Sudamérica, con ediciones en San Pablo, Lima, Santiago, Mendoza y Buenos Aires. Como novedad, se planea una edición especial en la Patagonia argentina para fin de año. A mediano plazo, el objetivo es expandirse a Estados Unidos y España, mercados clave para el vino. Actualmente, hay negociaciones en curso, aunque aún no hay acuerdos definitivos.
Recientemente entró en vigencia una nueva normativa de etiquetado que obliga a los productores a incluir una advertencia sobre los riesgos del consumo en la botella. ¿Qué me puedes decir al respecto?
Genera controversia. Considero que tratar al vino como un producto nocivo, similar al tabaco, es excesivo. El vino es cultura, familia, historia y trabajo, además de ser un elemento identitario de los pueblos. Aunque el consumo excesivo de alcohol es perjudicial, como cualquier exceso, estigmatizar al vino con etiquetas alarmistas ignora su valor cultural y social, especialmente cuando otros productos de consumo masivo no enfrentan restricciones similares.