A principios de octubre abrió sus puertas el nuevo local de Les Dix Vins en el jardín del Mercado Urbano Tobalaba (MUT), marcando el inicio de una nueva etapa para este wine bar y restaurante que desde hace varios años es referente entre los amantes del vino en Santiago. Con tonos azules que reemplazan el negro característico de su fachada en Vitacura, el espacio luce una identidad visual renovada, con una amplia terraza en una de las mejores ubicaciones de todo el MUT. El nuevo local también incorpora una amplia barra de coctelería, sumando un nuevo atractivo a la experiencia.
Les Dix Vins mantiene su esencia. Un wine bar, tienda y restaurante con más de 600 etiquetas de vino, tanto chilenas como extranjeras, además de una cuidada selección de productos gourmet importados directamente desde Francia, como quesos, foie gras, confit de pato o prosciutto.
Los dueños –Marion Liss, Guillaume Liss y Juan Ignacio Pavón- concretaron este salto sin sumar nuevos socios inversores, apostando por crecer manteniendo el sello de empresa familiar que los caracteriza. Su idea es mantener intactos los valores que caracterizan a Les Dix Vins, como que todo su personal cuente con formación en sommeliería, lo que les permite explicar los vinos y orientar a los clientes en su elección, una tarea nada menor considerando la magnitud de su catálogo.
Hay un especial cuidado por las temperaturas de servicio, la calidad y la selección de copas para cada vino, el relato que supone cada viña – más particularmente cada etiqueta- y por último el maridaje y la armonía de sabores entre lo que se pone en la copa y en el plato. “Siempre hemos pensado Les Dix Vins como un local para que la gente vuelva, no para que la gente venga. Los clientes siempre irán una vez a conocer los nuevos proyectos; el desafío está en retenerlos”, comenta Juan Ignacio.
Como su nombre lo indica, Les Dix Vins (Los Diez Vinos) hace referencia a su carta rotativa de diez vinos por copa que cambia cada semana. En su tienda y cava, los vinos abarcan los países productores tradicionales del Viejo y Nuevo Mundo y también lugares más exóticos como El Líbano, Bulgaria, Armenia, Georgia, Hungría o Austria. Además, cuentan con añadas especiales y vinos difíciles de encontrar, descontinuados o antiguos, para mostrar la gran capacidad de guarda del vino chileno.
La curatoría se realiza bajo criterios precisos. Todos deben ser vinos de producciones limitadas, con foco en su relación precio-calidad considerando el precio final al consumidor, no el de negociación, lo que asegura una evaluación centrada en la experiencia real del cliente.
El descorche tiene un valor de $5.000 y puede aplicarse a cualquier vino disponible en la tienda; así, una botella de $20.000 puede disfrutarse en la mesa por $25.000. Por su parte, los vinos por copa parten desde $2.990, con opciones en distintos rangos de precios. Durante nuestra visita había etiquetas de Garcés Silva, Villard, Andes Plateau, Casa Bauzá, Casa Marín y varias extranjeras.
Es una de las propuestas de vino más pulidas y extensas de todo el país, con una política de precios justos, ideales para adentrarse más en este mundo y descubrir cepas, territorios y estilos de vinificación distintos.
Con su propuesta de cocina francesa mediterránea apuntan a un público amplio. Tiene varios guiños a lo que serían platos de un bistró francés clásico, donde se busca apelar a una paleta de sabores reconocibles sin ponerse etiquetas, aplicando buena técnica, pero sin enredarse en ella.
En Francia suele comerse al final, pero siguiendo la costumbre local se puede comenzar con una de sus Tabla de Quesos ($10.990 a $30.000, dependiendo del tamaño) donde podrá degustar denominaciones de origen francesas como Brie, Fourme D’Ambert o Ossau Iraty, entre las otras múltiples opciones. Para el maridaje de los quesos, sugiero que en lugar de optar por algo conocido, se deje guiar por el sommelier de turno, que seguro elegirá algo que lo sorprenda.
De entrada, difícil resistirse a los Caracoles ($6.990), servidos en una paila de fierro con una tradicional mantequilla de perejil. También es una buena oportunidad para probar el Foie Gras ($14.990), que aquí llega acompañado de peras verdes al horno. Más francés, imposible monsieur.
Para continuar con algo distinto en nuestras latitudes, recomiendo atreverse con el Vol-au-Vent ($14.990), un pequeño canasto hecho de hojaldre, hueco por dentro, que se puede rellenar con distintas preparaciones. En este caso dan justo en el clavo con un pato desmechado que funciona bien como relleno para lograr un plato sabroso y reconfortante.
Los tártaros también están bien resueltos. Probamos el Tartare de Res ($15.990), de carne magra y con sus aderezos ya agregados. Apuesta segura que no falla. También el Tartare de Atún ($15.990) acompañado de un aderezo de la casa con sabores asiáticos, mousse de palta y un espejo de salsa tropical.
El apartado de fondos brilla con preparaciones como un un Filete de Res ($19.990) en sous vide que se corta con cuchara, acompañado de unas papas fritas terminadas en grasa de pato (gracias chef), con una clásica bearnesa que está para terminar literalmente chupándose los dedos. También logran una carne muy tierna en su Garrón de Cordero ($19.990), con una exquisita demiglace y acompañado de puré.
En esta visita queda claro que Les Dix Vins, más que un wine bar, es un auténtico restaurante francés con alma de bistró. Su terraza en el jardín del MUT, la amplia oferta de vinos y el ajustado precio del descorche lo convierten en una de las mejores opciones para un tardeo de primavera o verano.