El hermano del icónico bar restaurante de Bellavista nació con todo. Un zócalo enorme en Vitacura, de interiorismo más sofisticado y afrancesado, cautivante iluminación, aunque manteniendo el espíritu de comunión social ecléctica que lo marcó desde 1999. Gran terraza y gran comedor, más un teatro que recibe desde exposiciones a presentaciones, acompañadas, claro, de brindis y comida al estilo El Toro: clásicos divertidos mediterráneos, tragos de todo tipo y una carta de vinos que se aplaude con pequeñas producciones a precios más que razonables. El asunto, como siempre, es pasarlo bien. Están sus Papas Bravas o Croquetas de espinacas y nuez, perfectas para compartir. Sigue su Lasaña de berenjenas; Milanesa, Crudos, ensaladas, una destacable Crème brûlée y Chocotejas que hacen volver a brindar.