En Cala El Mañío, el mar habla por sí solo. Nicolás Glasinovic construyó un restaurante donde la frescura manda y cada plato respeta el ritmo de las mareas. Las Ostras de borde negro de Chiloé y las Almejas Cala con palta, cebolla morada y limón sutil son ejemplos de una cocina honesta, que no necesita artificios para brillar. La Langosta de Juan Fernández, servida con mantequilla clarificada, resume la filosofía del lugar: producto impecable, mínima intervención y un respeto absoluto por el sabor original del mar chileno.
