Bajo el atemporal toldo negro con letras doradas que decora su entrada, cada noche se crea una atmosfera íntima donde el reloj se mueve a su propio ritmo. Acaban de lanzar una nueva carta que incluye 75 etiquetas de pisco y que está llena de guiños a los sabores de nuestra infancia. A pesar de los casi 7 años que llevan abierto, han logrado mantener su estilo único y continúan su incansable búsqueda por apelar a la nostalgia. Para el efecto ratatouille pruebe el ‘Membrillo con Sal’ o ‘La Plaza’ y si desea algo más elegante, el ‘Oasis de Atacama’: pisco, pajarete, chocolate blanco y manzana verde. Pura clase.